Elementos claves para definir los Movimientos Sociales: enfoque desde la defensa del territorio.

Carolina Rojas Lafarga

Carolina Rojas Lafarga

A lo largo del tiempo se han presentado todo tipo de opresiones y crisis que han provocado un auge de movilizaciones y acciones colectivas para gritar y demandar un cambio en la realidad actual que se vive. Entender las características fundamentales de los movimientos sociales nos ayudará a definirlos desde la complejidad.

En esta entrada se analizarán las características en las que coinciden algunos autores  al tratar de definir los movimientos sociales, para posteriormente abordar los movimientos socioambientales, es decir, aquellas acciones colectivas en defensa del territorio.

Características coincidentes en las definiciones de Movimientos sociales

Los Movimientos Sociales han intentado ser definido por distintos sociólogos que siguen distintas vertientes que podrían contradecirse o coincidir en ciertos elementos. Conscientes de la complejidad de la temporalidad, espacio, surgimiento, movilización e intención de cada movimiento; entendemos que los movimientos sociales surgen a partir de un conflicto, siendo éstos una acción de carácter colectivo y no institucional que busca cambiar la estructura (social – política) para mejorar la realidad actual en la que viven.

  • Los conflictos como detonantes de Movimientos sociales

Los movimientos sociales surgen o se originan de conflictos sociales – culturales y políticos, donde existe una oposición que busca estructuras justas a la sociedad. Manuel Castells menciona que las raíces de los movimientos sociales “están en la injusticia fundamental de todas las sociedades, continuamente enfrentada a las aspiraciones de la justicia de las personas” (Castells, 2012) las cuales han tenido causas estructurales y motivos personales para enfrentar una dominación o conflicto social presente.

De acuerdo con Jorge Alonso, Touraine define a los movimientos sociales como una “acción colectiva organizada, definida y provocada por un conflicto social central” (Alonso, 2013). Es decir, que los conflictos sociales detonan el surgimiento de movimientos sociales. Sin embargo, Touraine también que los conflictos no necesariamente generan movimientos sociales, pero explica que “los conflictos que provocan movimientos sociales o culturales son los que contraponen en un mismo territorio dos maneras opuestas de usar los recursos” (Touraine, 2007), refiriéndose a los recursos de intercambio y simbólicos.

Por otro lado, Melucci (1999), en su definición analítica de movimientos sociales menciona que esta acción colectiva abarca tres dimensiones; 1) basada en la solidaridad, 2) que desarrolla un conflicto y 3) que rompe los límites del sistema en el que ocurre la acción. En esta segunda característica se refiere a “una situación en la cual dos adversarios se encuentran en oposición sobre un objeto común, en un campo disputado por ambos” (Melucci, 1999). En estas definiciones encontramos al “conflicto” como un elemento presente en el surgimiento de los movimientos sociales.

En definitiva, definir los movimientos sociales es hablar de un conflicto, es decir un choque de ideas u opiniones de un tema y lugar específico. Por lo que no podemos definir un movimiento social sin considerar un encuentro de oposiciones.  Por ahora, considero conveniente afirmar que los movimientos sociales surgen o se desarrollan a partir de un conflicto; el cual pretende ser abordado de manera colectiva, es decir por un grupo de personas que comparten una idea, opinión o problemática.

  • Movimientos sociales como un tipo de acción colectiva

Una de las características fundamentales de los movimientos sociales es que conllevan una acción colectiva, ya mencionada por Melucci y Touraine.

Jorge Alonso presenta también esta característica al definir que “los movimientos sociales son secuencias de acción política basadas en redes sociales internas y marcos de acción colectiva que desarrollas la capacidad para mantener desafíos frente a oponentes poderosos” (Alonso, 2013) y menciona que para Touraine “un movimiento social es una acción colectiva que produce identidad y está orientada a la implementación de valores culturales centrales contra los intereses e influencias de un enemigo definido en términos de relación de poder” (Alonso, 2013). Estos autores consideran la acción colectiva como una indudable característica de los movimientos sociales, que incluso el mismo término deja entrever. De igual manera, Ibarra menciona que “la construcción de un movimiento social es una acción extrema de libertad colectiva” (Ibarra,1998) enfatizando el poder que un grupo de personas tienen dentro de un movimiento social.

Jorge Cadena Roa (2017), por su lado, deja claro que los movimientos sociales están compuestos por acciones colectivas, pero que “no todas las acciones colectivas constituyen un movimiento social”. De acuerdo con Jorge Cadena, la diferencia entre estos conceptos es que los movimientos sociales “sostienen interacciones reiteradas con oponentes y otros públicos durante periodos más o menos prolongados y su orientación a promover o resistir cambio social” (Cadena, 2017). En este sentido, al autor habla de un conflicto, acciones colectivas y un cambio social. En la construcción de elementos claves de los movimientos sociales, podemos decir que los movimientos sociales se caracterizan por ser una acción colectiva y que tiene como objetivo generar un cambio en la estructura con el fin de resolver el conflicto que presente.

  • Cambios estructurales como objetivo de los movimientos sociales

Entendiendo que los movimientos sociales surgen a partir de un conflicto, algunos autores coinciden en que éstos están orientados a conseguir una justicia social y mejorar la calidad de vida de un grupo de personas.

Castells (2012) afirma que los movimientos sociales son “palancas” del cambio social, es decir, son la fuerza para transformar una realidad. Melucci (1999), por su cuenta, menciona que los movimientos sociales, en su encuentro entre la existencia estructural del conflicto y las condiciones del sistema provocan nuevos cambios, como si este cambio fuese una consecuencia natural del movimiento. Sin embargo, considero que este cambio es propositivo y pudiera o no llevarse a cabo. Como menciona Touraine, un movimiento social “pretende cambiar el uso de los principales recursos de una sociedad … puede manifestarse en todos los niveles de organización social, aunque corresponde siempre a un solo tiempo” (Touraine, 2007). Por lo tanto, a partir de estos autores, entiendo que un elemento clave en los movimientos sociales es que intentan transformar la realidad del conflicto en su búsqueda por una mejor calidad de vida.

  • Los movimientos sociales fuera del eje institucional

Otra característica de los movimientos sociales, que también coincide en varios autores, es que los movimientos sociales se encuentran fuera de vertientes institucionales. Castells menciona que los movimientos sociales se movilizan por una “profunda desconfianza en las instituciones políticas que gestionan la sociedad” (Castells, 2012). Enrique Laraña, en su definición de los movimientos sociales, dice que éstos son “redes de integración informal, que comparten creencias y solidaridad, y desarrollan formas conflictuales de acción que se sitúan fuera de la esfera institucional y los procedimientos rutinarios de la vida social” (Laraña, 1999). En este sentido, Laraña nos presenta nuevamente los elementos de una colectividad (al compartir creencias y solidaridad) y conflicto, donde la acción y su modo operativo no es institucionalizado.

Godás, por otro lado,  define a los movimientos sociales como “un conjunto de actores políticos no institucionalizados que siguen una lógica de reivindicativa promoviendo u oponiéndose al cambio de estructuras sociales, que conjugan diversas organizaciones y personas en proceso de movilización perdurables sin poder pretender, en tanto que movimientos, tomar el control de los centros políticamente decisorios”(Godás, 1997); el autor nos habla de actores no institucionalizados y nos muestra nuevamente la búsqueda de cambio de estructuras sociales, pero especifica que esta movilización colectiva no desea tomar el control total en la toma de decisiones. Ibarra (1998) también menciona que la posición de los movimientos sociales es no institucional procedente de su organización y de que sus reivindicaciones provocan un conflicto con las instituciones políticas.

A partir de los conceptos y elementos citados por los distintos autores podemos ver que las definiciones de los movimientos sociales coinciden con las siguientes características: surgen de un conflicto que conlleva a una acción colectiva no institucionalizada para generar un cambio de la estructura que mantiene a un sector de sociedad bajo opresión o injusticia.

En las definiciones presentadas a lo lago de esta caracterización podemos percibir otros elementos como la presencia de factores políticos y culturales, así como su perdurabilidad.

Los movimientos sociales en defensa del territorio

Entendiendo el territorio como el espacio donde interactúa de manera dinámica y compleja la naturaleza con la humanidad, es importante resaltar que es ahí donde subyace una cultura, un modo de vida y una relación comunitaria muy particular de cada lugar.  Es por ello que, cuando la sociedad ve amenazado su territorio o se ve despojado de éste, la movilización social surge para defender, no sólo un pedazo de tierra, sino para defender su historia, trabajo, cultura, familia, el agua, la tierra y la vida misma.

Los conflictos socioambientales han provocado una ola de exigencias sociales por los derechos humanos ligados a las problemáticas que enfrentan distintas poblaciones en el territorio mexicano. La sociedad busca dar respuesta “a la extrema pobreza generada por la destrucción de sus recursos naturales, la degradación de sus condiciones de producción y la falta de equipamiento y saneamiento básico” (Leff, 1998, p.44). Por lo que, los movimientos sociales que surgen por conflictos socioambientales “son luchas de resistencia y protesta por la marginación y la opresión, y son demandas por sus derechos culturales, el control de sus recursos naturales, la autogestión de sus procesos productivos y la autodeterminación de sus condiciones de existencia” (Leff, 1989, p. 44). Desde esta perspectiva, los movimientos sociales tienen un sentido amplio que implica elementos multidisciplinarios que abarcan lo social, cultural, ambiental, económico e incluso podrían llegar a ser espiritual.

De acuerdo con Tarrow (1998), los movimientos sociales “exigen cambios sociales fundamentales, el reconocimiento de nuevas identidades, la incorporación al sistema político, la destrucción de sus enemigos o el derrocamiento de un orden social” (p. 227); en el caso de los movimientos sociales en defensa del territorio se distingue principalmente la intención del derrocamiento de proyectos corporativos y políticos que amenazan la vida y desequilibrio ecológico de su territorio. De acuerdo con Enrique Leff (1994), los movimientos sociales “integran la resistencia cultural como defensa de un estilo de vida y la defensa del medio ambiente como un proceso de reapropiación de su entorno y su patrimonio de recursos naturales” (p.66). Por ello, es importante resaltar que los movimientos sociales son promotores de la regulación de derechos humanos.

En este apartado se describen tres conflictos socioambientales que nos ayudarán a ejemplificar posteriormente los resultados, retos y dilemas de los movimientos sociales en defensa del territorio.

En México, el Modelo Extractivo Minero ha sido un detonante de movimientos sociales en defensa del territorio, ya que beneficia con recursos y ganancias a grandes corporaciones, principalmente de origen canadiense, dejando consecuencias sociales y ambientales en los territorios que no les pertenecen. La industria minera es responsable del uso y la contaminación de grandes cantidades de agua (millones de litros por segundo), la pérdida de arroyos y nacimientos de agua, la contaminación del aire y el suelo, la pérdida de biodiversidad, el incremento del ruido, además de su contribución al calentamiento global, los impactos graves a la salud, la pérdida de la cultura y de espacios para la agricultura, entre muchos otros (Salazar, 2014).

Las luchas contra el despojo de tierras por megaproyectos son otro ejemplo de movimientos sociales por defender el territorio, como es el caso de Temacapulín, que ante la amenaza de la construcción de la presa El Zapotillo para surtir agua a la ciudad de León Guanajuato y el Área Metropolitana de Guadalajara, los habitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo han mantenido la resistencia ante el proyecto ya que éste podría provocar desde un desequilibrio ecológico hasta la desaparición de los mismos pueblos.

Otro conflicto que nos ayudará a ejemplificar los efectos y desafíos de los movimientos sociales en defensa del territorio es el caso de la acción colectiva de El Salto y Juanacatlán por la contaminación del río Santiago, donde la industrialización y las descargas municipales han provocado una alta contaminación del río afectando la salud y bienestar de las personas, animales, plantas y vegetales de la zona, al grado de provocar enfermedades y muertes directas e indirectas por dicha contaminación a los pobladores de éstos municipios.

  • Logros de los movimientos sociales en defensa del territorio

La lucha en defensa del territorio ha tenido efectos en la estructura social del país, de acuerdo con Luis Tapia en el Congreso Nacional De Estudios De Los Movimientos Sociales 2016, expone que los movimientos sociales han visibilizado y cuestionado la estructura monopólica de la tierra y la privatización de los bienes comunes (recursos naturales), promoviendo una reconstrucción del estado en una perspectiva plurinacional (Luis Tapia, Congreso Nacional De Estudios De Los Movimientos Sociales 2016).

Existen distintos factores que han influido en los resultados de los movimientos sociales y que han modificado, en distintos niveles, la situación de conflicto. De acuerdo con Tarrow (1998) el éxito de los movimientos sociales se da en la apertura de oportunidades políticas, específicamente en “el acceso de nuevos actores al sistema político que contribuye a introducir nuevos temas en la agenda e inclina la balanza de poder a favor de los más antiguos” ( p.230) por ejemplo, la reciente declaración de prohibición de mineras por el Cabildo Municipal de Magdalena este abril del 2019, donde la acción colectiva ha estado luchando contra el proyecto minero San José que tenían la amenaza de ser despojados de su agua, tierras de cultivo, árboles y minerales (Colectivo Oaxaqueño en Defensa del Territorio, 2019), esto ha sido posible gracias a los años de lucha contra los proyectos de mineras en todo el país. En este sentido, Tarrow (1998) afirma que “la presencia de aliados dentro del sistema político es un factor particularmente relevante para producir resultados políticos favorables a los movimientos sociales” (p.229), como fue en este caso.

Los conflictos con las mineras se presentan a lo largo de la republica mexicana, y dentro de los logros obtenidos son las redes formadas para la defensa del territorio ya que estas redes nacionales o internacionales han facilitado y han fortalecido las acciones colectivas locales; como es la Red Mexicana de Afectados por la Minería, donde se reúnen, a partir del 2008, comunidades, colectivos, organizaciones, afectados e interesados por las problemáticas socioambientales de la minería en México y que busca exigir los derechos de los pueblos y su territorio. Existe también el Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero donde se reúnen organizaciones de varios países para “fortalecer las luchas y organizaciones afectadas, apoyando la defensa de la vida, la tierra y los territorios” (Salazar, 2014).

Edwin Amenta menciona que “el contexto político actúa como mediador entre el impacto de las acciones y la organización del movimiento y sus objetivos” (Amenta et al, citado en Tarrow 1998, p. 230). En el caso de la contaminación del río Santiago, el movimiento social ha logrado visibilizar el problema a nivel local, nacional e internacional, exigiendo acciones políticas como la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, han impulsado la modificación de la normativa para asegurar la calidad de agua y recientemente se ha presentado la Estrategia de saneamiento integral del río Santiago (2018) por parte del Gobierno de Jalisco. De acuerdo con Luis Tapia, “los movimientos sociales cuando maduran no solo son acción colectiva que bloquea estrategias de reproducción del capital, del orden social y de estructuras de diverso tipo, sino que entran a actualizar alternativas de organización de la vida social” (Tapia, 2016), en este sentido podemos ejemplificarlo con la propuesta de Un Salto de Vida de realizar acciones locales que impulsen medios alternativos de generación de empleos diferentes a los de la industria.

Otros factores que han influido en el éxito de los movimientos sociales son los “recursos internos, la organización y la estrategia de los insurgentes” (Tarrow, 1998, p.230); en el caso de Temacapulín, la unión de la comunidad, la apropiación de su historia e identidad, su organización para protestar contra la presa el Zapotillo y actuar de manera legal, así como la obtención de recursos obtenidos por su economía local y por “los hijos ausentes” han logrado la suspensión total de la presa.

Luis Tapia (2016) menciona tres dimensiones de efectos de los movimientos sociales que terminan por ejemplificar los logros de los conflictos mencionados; la primera que tiene que ver con poner freno a la expansión de las estrategias de los proyectos neoliberales como es el caso de Temacapulín. La segunda con reconstituir la sociedad con un mayor grado de autonomía individual y colectiva, presente en la mayoría de los movimientos sociales en defensa del territorio. La tercera que tiene que ver con la reconstitución de sujetos, “en términos también de reorganización de la cultura e incluso, de experimentación de formas de reorganización de la vida socioeconómica” (Tapia, 2016).

Los tres conflictos expresados fortalecieron su acción colectiva con el apoyo de otras organizaciones nacionales e internacionales. Estos logros se han presentado a partir de una combinación de factores internos y externos desde la organización social hasta las estrategias políticas. Es importante resaltar que los efectos de la movilización social pueden darse en el corto y largo plazo, en lo local y lo global e inter y transgeneracional.

  • Desafíos y limitantes de los movimientos sociales en defensa del territorio

A lo largo de cada lucha se han presentado desafíos y limitantes que dificultan el cumplimiento de objetivos de los movimientos sociales. La acción colectiva que defiende sus recursos se ve amenazada por quienes desean la apropiación de éstos. Es entonces que la movilización social en defensa del territorio es una constante resistencia y lucha por legitimar los derechos culturales, ambientales y colectivos con mayor o igual intensidad que la disposición a negociar la compensación de daños ecológicos (Leff, 1998, p.36).

 Uno de los desafíos que viven los movimientos sociales en defensa del territorio son las represiones constantes, principalmente a los líderes de los movimientos. Podemos observar el ejemplo la movilización que surge en Chicomuselo en Chiapas que demandan la cancelación de las concesiones mineras, donde en el 2017, en una marcha para protestar contra la minería extractiva que amenaza sus territorios los habitantes expusieron:

“nuestra lucha en defensa de la Madre Tierra nos ha traído como consecuencia, omisión, represión, intimidación, amenazas, persecución, encarcelamiento y asesinatos de defensores y defensoras comunitarias de derechos humanos en Chiapas y en otras partes del país y del mundo” (Pobladores de Chiapas, citado en Mandujano, 2017).

En el caso del movimiento social entorno al río Santiago, los líderes de Un Salto de Vida también llegaron a ser amenazados, lo que provocó ausencia temporal de acciones para recuperar la vida del río. Las amenazas, las persecuciones y los asesinatos a defensores del territorio son situaciones que pueden pausar la lucha o provocar el efecto contrario al opresor, ya que muchas veces resultan en la motivación de los movimientos a seguir en resistencia por mantener o mejorar su forma de vida.

Otro de las limitantes a los que se enfrentan los movimientos sociales son los efectos de la corrupción, ya que frenan el cambio estructural hacia una mejor calidad de vida para las poblaciones vulnerables. Por ejemplo, en el caso de Temacapulín, a sabiendas de los impactos socioambientales, se inició la construcción de la Presa el Zapotillo y por mucho tiempo se insistió por parte de los distintos niveles de gobierno en la construcción de dicha presa; sin embargo, la movilización social, con apoyo de otros colectivos y asociaciones en defensa del territorio, pudieron detener su desarrollo.

Es importante resaltar que cada conflicto socioambiental conlleva a retos muy particulares del contexto, objetivo y organización de cada movimiento.

En el caso de la búsqueda constante del saneamiento del río Santiago, la corrupción e impunidad ha sido una limitante en el cumplimiento de sus objetivos. De acuerdo con Santana, “en la arena jurídica, la ineficiente coordinación de las entidades para la regulación ambiental ha propiciado un clima de impunidad, favoreciendo a los empresarios a costa de la población” (Santana, 2014). El gran reto, en este conflicto, es que se requiere la participación de los tres niveles de gobierno en conjunto y sin una estrategia realmente integral no se logrará recuperar la calidad de vida de los pobladores a partir de restaurar el equilibrio ecológico del lugar.

  • Dilemas de los movimientos sociales en defensa del territorio

Los movimientos sociales se ven rodeados de coyunturas afectadas por las decisiones de la sociedad ante distintos hechos que provocan el éxito o fracaso de la acción colectiva. De acuerdo con Voss (1996) “las decisiones que adoptan los activistas sobre organización e interpretación pueden afectar, no sólo al número de afiliados, sino también a los resultados obtenidos por el movimiento” (p. 321). Estas decisiones pueden estar envueltas en dilemas sobre el modo de actuar de la movilización.

En la movilización del río Santiago se han tenido diferentes posturas para poder solucionar la problemática socioambiental. El contexto y la historia de lucha ha resultado en dos vertientes; desde el enfoque político y desde la organización social. De acuerdo con Santana, “algunos grupos han continuado la lucha en abierta negociación con el Estado. Otros han reconocido la poca eficacia de este conducto y comenzaron a implementar nuevas estrategias como pobladores organizados” (Santana, 2014). Un Salto de vida promueve acciones alternativas como la agricultura familiar, reforestación voluntaria, elaboración de ropa y accesorios artesanales, y ahora la población está organizada y:

“tratan de construir sus propios medios de vida, y de dar a otras generaciones ideas, significaciones y valores en los que se revierta la relación de la productividad técnica industrializada por valores éticos vinculados a la vida, la convivencia y la construcción de la libertad colectiva” (Santana, 2014).

 Por otro lado, en este conflicto “muchos de los personajes que en principio mostraron un interés legítimo por la situación socioambiental se convirtieron en funcionarios corruptos o en líderes financiados” (Santana, 2014). Mostrando una divergencia de acciones y opiniones entre los mismos habitantes.

 Dentro de los movimientos sociales existen diversos dilemas que determinan el cumplimiento de objetivos de los movimientos. Encontramos también disyuntivas como la de institucionalizar la acción colectiva o mantenerse independientes del estado. Los dilemas dependerán del conflicto, contexto y factores sociales y culturales de los movimientos sociales.

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En México existen diversos movimientos que surgen a partir de acciones colectivas que determinan la gestión de sus comunidades a partir de sus propias expresiones sociales; donde los pueblos unidos enfrentan a las grandes corporaciones que explotan su territorio, amenazando su relación con la naturaleza que es parte de su historia, cultura y tejido social.

En el país se padecen las consecuencias de un sistema neoliberal que ha permitido a grandes corporativos e industrias a hacer uso de recursos naturales a expensas de la vida de muchos pobladores, privándolos de su territorio y todo lo que éste conlleva. Por lo tanto, los movimientos sociales han sido clave para detener, prevenir o recuperar el despojo y afectaciones de sus territorios, es decir, su estilo de vida, cultura, trabajo y articulaciones sociales.

Los movimientos sociales en defensa del territorio han logrado ser un factor importante para reestablecer y defender los derechos humanos. Gracias a los movimientos sociales, se ha logrado visibilizar los conflictos y exponer las injusticias y amenazas específicas de cada situación. Además, algunos de los movimientos sociales han logrado la autogestión y autonomía de los pueblos.

Los movimientos sociales aquí descritos han logrado detener proyectos, impulsar políticas públicas, visibilizar y reconstruir el tejido social.  Algunos elementos que favorecen el cumplimiento de objetivos de los movimientos sociales son; el acceso a sistemas políticos, las redes de colectivos y organizaciones que fortalecen la lucha, actores políticos apoyando el movimiento, los recursos y la organización del movimiento. Los efectos tanto positivos como negativos de la movilización social pueden darse local o globalmente.

Los logros mencionados se dieron a partir de una historia de lucha que presentó retos y limitantes, que afectaron en la contundencia del cumplimiento de objetivos. Estos desafíos se pueden resumir en la represión, corrupción e impunidad que pareciera característica de México. Además, dentro de esta historia de lucha por defender el territorio se pueden llegar a presentar dilemas dentro y fuera de la movilización social, que podrían ir desde la toma de decisiones hasta la estructura misma del movimiento.

Los movimientos en contra de la extracción minera, en contra proyectos de presas como el de Temacapulín y en la defensa de un recurso natural como la del saneamiento del río Santiago y su restablecimiento ecológico; son ejemplos que demuestran los elementos y resultados que han logrado ir más allá de evitar un proyecto: demuestran que la defensa del territorio es la defensa de sus derechos y de la vida misma.

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