EL DESEQUILIBRIO SEMBRADO ENTRE EL CAMPO Y LA CIUDAD

Carolina Rojas Lafarga

La Agri-Cultura no es dominación, manipulación, o sojuzgamiento; es, en cambio, diálogo, adecuación y congruencia entre la siembra y cría de animales con el ser de la naturaleza. (Giraldo, 2013)

El alimento es un elemento esencial para la subsistencia del ser humano, es aquello que nos une entre humanos y nos une con la naturaleza. La agricultura, responsable de producir nuestros alimentos, ha ido modificando sus métodos y procesos a través del tiempo, transformándola en un negocio y no en su sentido más puro: el del “arte de cultivar y habitar la tierra”. En esta modernización agraria surge un desequilibrio entre el campo, lugar donde se produce la mayor parte de nuestros alimentos, y la ciudad, donde habita la mitad de la población mundial.

La política neoliberal en México ha provocado un quiebre entre campesinos y ciudadanos, apoyando el desarrollo de la agricultura industrial en lugar de la agricultura familiar o agroecología, lo cual ha resultado en desigualdad, dependencia, despojo, pérdidas de servicios ambientales y disminución de campesinos que cuidan y labran la tierra.

La agricultura moderna que fractura la relación campo y ciudad

La agricultura industrial ha estado ganando terreno en la producción de alimentos provocando una serie de desajustes naturales, sociales y económicos. La agricultura industrial basada en la “mecanización, mejoramiento genético de variedades y desarrollo de agroquímicos para fertilización y control de plagas, enfermedades y maleza” (Altier, Leff y Nicholls, 2000) ha ignorado los principios éticos y ecológicos. De acuerdo con Altieri (2000) y Morales (2018), la industrialización de la agricultura ha resultado en erosión y pérdida de fertilidad del suelo, agotamiento de nutrientes, contaminación y uso excesivo de agua, pérdida de diversidad biológica y recursos genéticos, destrucción de los mecanismos de control natural, deterioro de las condiciones de vida para animales y plantas silvestres, sobreconsumo de combustibles fósiles y emisiones de gases de efecto invernadero, difusión de agrotóxicos y producción de alimentos riesgosos para la salud.

De acuerdo con ETC group (2017), la agricultura industrial utiliza más del 75% de la tierra agrícola del mundo y produce alimento para menos del 30% de la población, recibiendo fondos públicos y privados que alcanzan la cifra de 50 mil millones de dólares anualmente. En comparación con la red campesina, ellos emplean menos del 25% de tierras agrícolas, proveen alimento que nutre a más del 70% de la población y reciben fondos para la investigación y desarrollo de menos del 1% de la que se destina a la investigación y desarrollo agroindustrial. Esta agricultura moderna ha causado que “por cada dólar que los consumidores del mundo gastan en productos de la cadena agroindustrial, todos tenemos que pagar dos dólares más por la destrucción ocasionada” (ETC group, 2017).

La agricultura moderna ha tenido implicaciones sociales como la reducción de la agricultura familiar, despojando a familias de sus campos empujándolos a migrar a las ciudades. Además, los campesinos que se ven obligados a trabajar bajo este nuevo concepto de agricultura intensiva son expuestos a riesgos de salud por su contacto con plaguicidas, de acuerdo con la misma fuente, cada año mueren 220 mil personas por esta razón.

La industrialización en la producción de alimentos también ha ocasionado, de acuerdo con Daniel López (2015), que las producciones sean orientadas hacia la globalización, provocando que los agricultores pierdan el control sobre los precios, dejándolo en manos del mercado; desvalorizando el esfuerzo de su trabajo. Las distribuidoras, quienes se encargan procesar o envasar los alimentos para que lleguen a cualquier lugar, son quienes se quedan con el control sobre los precios. Una forma de esclavitud.

Este modelo, que nos “facilita” conseguir cualquier producto de cualquier parte del mundo en cualquier temporada, nos afecta más de lo que “creemos” que nos beneficia. Como se publicó en el Boletín Nyeleni  2012 “el sistema alimentario global actual no garantiza el acceso a alimentos asequibles y saludables a los habitantes de las ciudades”. Ese sistema solo ha provocado que los ciudadanos tengan más facilidad a consumir productos que las grandes corporaciones promueve. De acuerdo con Manuel Delgado (2010), “las grandes corporaciones se encuentran inmersas en un fuerte proceso de centralización y concentración que reduce progresivamente el núcleo de toma de decisiones y acrecienta el poder dentro del mismo, y por tanto la capacidad para imponer sus estrategias”.

La relación entre los ciudadanos y campesinos se ha permeado a partir de esta modernización en la producción de alimentos; “las desiguales e inequitativas relaciones entre lo urbano y lo rural, constituyen parte de la profunda crisis de la modernidad, la cual se construye desde la industria y la urbe como referentes del desarrollo” (Morales, 2018). En este contexto nos vemos en la necesidad de buscar y apoyar nuevas alternativas de mercado que apoyen la red campesina y otros proyectos que contribuyan a mejorar no sólo relación que nos une entre el campo y la ciudad, sino también la calidad de vida de la población más vulnerable.

Estas desigualdades son motor para la migración y urbanización; las cuales conllevan a otras problemáticas dentro de la ciudad. “El campo se ha industrializado con el esquema del privilegio al mundo urbano, expulsando a los campesinos que ya no pueden alimentarse y sobrevivir con ese tipo de agricultura y enviándolos forzadamente a la ciudad” (Morales, 2018).

La población urbana ignora y no se cuestiona de dónde provienen los alimentos que ingiere, y existe desinterés y desconocimiento de los vínculos entre el campo y la ciudad y cómo su estilo de vida impacta dicha relación.

El modelo social en el que nos encontramos inmersos busca el crecimiento económico, dejando a un lado las implicaciones sociales y ambientales que conlleva este sistema. Entender las problemáticas que han surgido desde la industrialización agraria, nos exige buscar alternativas que se salgan de este modelo; donde se haga visible este vínculo que se tiene con la tierra, el campo y el agricultor. Estas alternativas deben estar fundadas desde la sustentabilidad y la multidisciplinariedad del tema; considerando la acción del gobierno, la sociedad urbana y rural, académicos, investigadores y el sector privado.

 

Bibliografía

Altieri, M. A., Leff, E., & Nicholls, C. I. (n.d.). Agroecología : teoría y práctica de una agricultura sustentable. México : ONU, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente : Red de Formación Ambiental para América Latina y el Caribe, 2000, c2000

Boletín Nyeleni, No. 11, Septiembre 2012. Comida y ciudades. Obtenido de: https://nyeleni.org/DOWNLOADS/newsletters/Nyeleni_Newsletter_Num_11_ES.pdf

Delgado, Manuel (2010). El sistema agroalimentario globalizado: imperios alimentarios y degradación social y ecológica. Revista de economía crítica, (10), 32-61.

ETC group (2017). ¿Quién nos alimentará? La red campesina alimentaria o la cadena agroindustrial. Edición digital, ETC group.

Giraldo, Omar (2013). Hacia una ontología de la Agri-Cultura en perspectiva del pensamiento ambiental, Polis.

IIEG (2017) Alcanza Área Metropolitana de Guadalajara los 5 millones de habitantes. Obtenido de: https://iieg.gob.mx/strategos/alcanza-area-metropolitana-de-guadalajara-los-5-millones-de-habitantes/

López, D. (2015). Producir alimentos, reproducir comunidad, en Producir alimentos, reproducir comunidad. Redes alimentarias alternativas como formas económicas para la transición social y ecológica. Madrid.

Morales J y Alvarado E. (2018) Agricultura, Alimentos y Ciudades. Clase Campo y Ciudad: Articulaciones hacia la sustentabilidad. Clase impartida en ITESO.

Morales Hernández, J. (coord.) (2018). Los espacios rurales y la ciudad: agriculturas periurbanas y sustentabilidad en el Área Metropolitana de Guadalajara, México. Guadalajara: CIFOVIS-ITESO.

Pinheiro, Sabastiao (2018) Conferencia Magistral “ Gastrosofía Campesina contra la Eugenesia Industrial” en el IV ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ECONOMÍA CAMPESINA y AGROECOLOGÍA EN AMÉRICA. Guadalajara , Jalisco.